El Archivo Histórico del Partido Comunista de España se creó en 1980, coincidiendo con el sesenta aniversario de la fundación del Partido, por decisión de su máximo órgano en la que determinaba la apertura pública de sus fondos, para de esta forma contribuir a la recuperación de la memoria histórica de la sociedad española. Sin embargo, esta resolución, acorde con la nueva situación política iniciada en el año 1977 y en conexión con le proyecto cultural del PCE, encuentra sus antecedentes en decisiones adoptadas en distintos momentos.
Como fácilmente puede comprenderse, el Archivo ha tenido que soportar en medida similar a sus militantes la difícil historia del Partido por una razón fundamental: el Archivo no es otra cosa que el conjunto de documentos generados como consecuencia del desarrollo de la actividad política de la organización y ésta debemos reconocer que, salvo en cortos períodos, ha sido sumamente complicada.
Según algunos testimonios, el búlgaro Stepan Minev, más conocido por los seudónimos de Moreno y Stepanov, es el primero que plantea la necesidad de sacar el Archivo de España durante el mes de diciembre de 1938. Pocos días después, el 15 de enero de 1939, Pedro Checa, Secretario de Organización del Comité Central, vuelve a plantear el problema cuando las tropas franquistas se habían adentrado en el interior de Cataluña, encargando a un militante llamado Bautista sacar el Archivo de la Ciudad Condal durante la noche. El 24 ó 25 de enero, uno o dos días antes de que los tanques “nacionales” rodaran por Barcelona, se consigue trasladar en un camión la documentación. Aquí se deposita en un garaje a la espera de una nueva decisión.
En los primeros días de febrero, Moreno vuelve a suscitar el problema del Archivo, planteando sacarlo de Gerona o quemarlo. Por fin entre el 6 y el 8 de febrero se lleva a Figueras, desde donde sale para Francia. Una vez en territorio francés se espera en vano que lleguen dos militantes a recogerlo. Entre tanto es descubierto por los gendarmes y los camiones que lo transportan son retenidos, apoderándose las autoridades francesas de la documentación. Al mismo tiempo se ordena a Lucio Santiago que proceda a la quema de la documentación del archivo que todavía permanece en Madrid. El resto del material que no pudo ser evacuado a la retaguardia republicana ni destruido fue incautado, como todo el patrimonio de las organizaciones del Frente Popular, por la Oficina de Investigación y Propaganda Anticomunista -OIPA- y por la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos y depositado en el Archivo de la Sección Político-Social de Salamanca.
Por consiguiente, los únicos documentos generados por la organización que habrían podido salvarse al término de la guerra serían los cursados a la Internacional Comunista y los recopilados y evacuados personalmente por algunos militantes. No obstante, resulta innegable que durante la guerra se produjo una evacuación de documentación del Archivo del PCE que fue depositada en el Archivo de la Internacional Comunista en Moscú.
Al finalizar la II Guerra Mundial se adopta la resolución de crear un archivo que recogiese los fondos en poder de la dirección radicada en Francia y la documentación generada por las múltiples organizaciones comunistas españolas en todo el mundo. Algunos años después, el 7 de septiembre de 1950, el Ministro del Interior del gabinete socialista francés, Jules Moch, decreta la ilegalización del PCE y la detención de sus cuadros políticos, obligando a una rápida microfilmación y evacuación de una parte del Archivo desde Francia a Checoslovaquia, Rumanía y la Unión Soviética.
Así pues, el actual fondo del Archivo Histórico del PCE, está constituido por los documentos custodiados en diversos países de Europa y América Latina, así como la documentación generada por los miembros del PCE en el “Interior” – nombre con el que se denominaba España- con anterioridad a la legalización del Partido el 9 de abril de 1977, además de los transferidos por las Comisiones del Comité Central y las distintas donaciones recibidas posteriormente.
El problema fundamental del Archivo, reside en el método de ordenación aplicado: un sistema subjetivo dependiente del criterio de quienes no han considerado los órganos de los que procedía la documentación, ni el nexo lógico o histórico que los reunió. Se desarrollaron ordenaciones cronológicas, temáticas, alfabéticas, etc, que significaron la creación de colecciones facticias y la disolución de todos los lazos administrativos y políticos. Todo ello agravado por el hecho de que los documentos han llegado a través de distintos medios y en momentos diferentes.
Hay que añadir a esto la gran dificultad de comprensión que presentan una parte importante de los documentos generados en el “Interior” y que eran enviados por militantes a la dirección del Partido en el exilio. Estos documentos son informes codificados, de los que desgraciadamente no se conservan las tablas con los códigos. Sumando a esta dificultad la utilización de “nombres de guerra” o seudónimos, en la firma de estos informes.